Ya había dejado claro que iba a ser un pregón “barbeitiano”. Y así fue. Una composición distinta, llena de estampas literarias y referencias al campo, las espigas, el olivo, las palmas y el romero. Un diálogo íntimo con ese Dios que lleva dentro, del que reconoció haber dudado, y que se distanció cortésmente de los discursos cofrades al uso y de la tradición del pregón en Sevilla. Dicen que a la salida hubo quien dijo: “No ha nombrado ni al Gran Poder”. Pero Antonio García Barbeito lo tuvo claro. “Yo no vengo a cantarte lo que tú cantas mejor que nadie”, dijo. Y habló de la ciudad durante más de una hora sin nombrarla hasta la despedida, tejiendo una pieza literaria que se alejaba por momentos del discurso hilado entre ripios de palios y misterios. Una hora en la que dejó claro que Dios no es sólo madera policromada, sino también madera virgen de una encina o un olivo. Un texto cargado de intimismo y reflexiones propias, pero materializado en el atril del teatro de la Maestranza.
¿Y a ti? ¿Qué te pareció el pregón?
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Lo saben bien quienes me conocen: no suelo entregar un original a nadie
para que me dé su opinión a no ser que se trate de alguien de mucha
confianza ...
Hace 1 semana
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